jueves, 3 de diciembre de 2009

Día Gris

La Sierra o Coordillera Central
Fecha: No lo sé

Veía como caía lo lluvia, pues no había parado de llover horas atrás, y ese humo del chocolate caliente que descansaba en mi mesa de lectura me invitaba a tomarlo, pero yo estaba hipnotizado por el agua que chocaba en la ventana. Era un tranquilidad en mi rancho, con sonidos chocantes, pero sublímines. No quiería ni siquiera a moverme a levantar la taza Haitiana que me regaló ella, pués quizá sería eso que me tenía pensativo, Ella era es una de esas mujeres que pertenecían al macuteo de Liborio, de una belleza extraordinaria.

Sólo en este bosque de pinos, en un ranchito de madera construido por los americanos, talvéz me olvide de todo viendo ésta humilde llúvia caer. Pero al fin me anímo a probar este chocolate ya tibio, por el tiempo expuesto al ambiente frío que traspasa la frágil madera. Sabía orientarme por el sol, y por algunas lomas que se ven a lo lejos. Lo único es que hoy está lluvioso y muy nublado. Un típico día gris. Estando oscuro encendí la vieja lámpara, para escribir la historia de cómo la conocí.
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- ¿Hola que hay? - Decía el muchacho.
- ¡ Hola!… - Una voz femenina y sensual.

Fué impacto entre ambos. Esas miradas de los dos, los unos a los otros era una chispa que se iba encendiendo lentamente desde hace pocos días atrás. Se conocieron por casualidad en el burdel de Bohechío.

- ¡ Qué bonita tu eres ¡ -

Dijo el muchacho quitándose el sombrero, buscando una conversación. Ella, tardando en contestar, pués su mirada se perdía en él.

- Yo estoy bien… por ahora - Dijo la joven, con brillo en sus ojos.

- ¿Y por qué por ahora? - Preguntó el muchacho.

- No te puedo decir…

- ¿Por qué?

- Me matan si te digo.

El Joven se mostró de forma triste ante ella. Inmediatamente el supo de que se trataba todo, por que el conocía las razones de la joven al decir esas palabras.

- ¡ Llevame con tigo ahora ¡ - Le dijo la joven desesperadamente a él.

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Y ahí fue cuando me dí cuenta de que la oscuridad invadió mi cabaña, así que busqué mis otras lamparas para iluminar mi habitación. No sabía si seguir escribiendo esa tarde, para ahorrar la trementina o esperar el día siguiente, pero un trueno resaltó mis temores decidiendo mudarme a mi habitación y acostarme sin bañar, porque el frío y la lluvia lo impidieron.

Esa noche soñe que estaba en un camino oscuro sin saber donde estaba. Habían unos árboles gigantes, parecidos a los bahobads que solo los hay en Africa y algunas partes de Europa. Sin entender que pasaba, pero seguía caminando y alguien me decía que regresara a casa.

Los primeros rayos de sol molestaban mis ojos, comprendiendo que tan solo fue un sueño lo que poco recuerdo. Salí afuera y un sol radiante rodeado de un cielo azul, sin nubes significando así poca lluvia para hoy. Salí corriendo desnudo al río Bao y el temblor me llegó en tan solo segundos de entrar. Tan sólo salir del río la brisa y el sol secaron mi cuerpo, pues era una sensación de libertad a mi persona. Huevos, panes o algunas frutas secas era todo lo que me quedaba en la pequeña caja de guardar reservas. Sin desidir comer nada seguí escribiendo la historia.

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- Po vámonos entonces. - Dijo el joven asumiendo toda la responsabilidad, conociendo de que se trataba el trabajo de ella.

Sabiendo el peligro que representaba para ambos, tomarla y sacarla del lugar sin permiso de la casa; era una condena de muerte para los dos. Se fueron en unos mulos robados , tomaron el camino de Arroyo Caña desviándose a Yaque, pueblito a orillas del Río Yaque, a unos cuarenta kilometros de San Juan de la Maguana.

- Si me agarran me matan. - Dijo ella.

- Y si me ven por aquí, tambien me matan. - Le dijo él.

- ¿Por qué? - Preguntó asustada.

- Mira, yo trabajaba pa Liborio, yo era uno de sus hombres de guardia, te había visto en el santuario de Bohechio, y en la porquería de ese burdel. Me imagino que tu eres de sus mujeres. - El le explicó.

En los mulos recorrieron durante toda la tarde el camino a San Juan de la Maguana, y subieron hasta la Ciénaga entrando a la sierra profunda, por trillos hechos por los monteros décadas atrás.

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Dejé de escribir en ese momento y desidí buscar algunos árboles de naranjas que suelen aparecer por las cercanías del Río Bao. Al bajar por el desfiladero, recordé el sueño que tan extraño me habia resultado. Pude encontrar una mata de guayaba que todavía estaban verdes, sin encontrar tampoco una de naranjas me tiré a orillas del hermoso río.

Una delicada lluvia comenzó a caer sobre las montañas y tube que salir corriendo a la cabaña, pero fue solo un aviso de lluvia, pues al llegar al rancho ya había pasado la pequeña lluvia. Miré al cielo con algunas nubes moradas oscuras. Toda esa tarde estube tratando de poner trampas para puercos cimarrones, pero encontré un momento y me dediqué a descanzar. Y como todos los días del mundo, llegó la noche con el sueño cargado en mí. Antes de oscurecer por completo yo estaba acostado y sin hacer diligencias de encender lámparas.

Esa noche otro sueño me nacía. Era el mismo camino, pero sin árboles. Quise dominar el momento, caminaba sin razón y encontré una carta en el camino que decía que regresa a casa.

Desperté asustado totalmente en la oscuridad, encendí un fósforo que tenía mi bolsillo. Pude notar un tremendo aguacero que golpeaba el techo de madera y después de encender la lámpara tomé papel y tinta, para seguir escribiendo la historia.

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- Si, yo soy de sus mujeres. - Ella le confesó con sensación de arrepentimiento.

- No te preocupes, yo te quiero cuidar. - Le dijo.

- Mira lo que me regaló un viejito Haitiano. – Dijo ella, con una tierna sonrrisa.

- ¡ Qué linda ¡. - Dijo el muchacho asombrado.

- Es una taza haitiana, me gusta mucho, pero te la regalo. - Ella le decía.

- Gracias, pero la tendremos para los dos. - Finalizó él.

Pasada la media noche, habían llegado a una grán sabana iluminada por la luz lunar llamada por unos: EL Gran Valle del Bao. Aquí nacía el Río Bao, rodeado por la sabana, montañas y pinos por millares. A lo lejos un ranchito hecho de maderas aparecía entre la poca luz que se podía colar tras los ramos de los pinos.

- Es un hermoso lugar, ¿cómo sabías de este lugar?. - Ella preguntó.

- Liborio, sus hombres y yo que era uno de ellos, descubrimos a unos Americanos cazar puercos cimarrones, les seguimos los pasos y llegamos hasta aquí. - Dijo el.

- ¿Y que pasó?. - Le preguntaba ella.

- Los matamos a todos…

Ella se quedó callada oyendo sus palabras.

- Tu sabes que nos estaban buscando para matarnos. Saqueamos todo lo que había y nos fuimos a la Compartición que es detrás del Monte Tina. Yo huí solo por todas estas lomas hasta llegar a la sabana, acomodé el rancho y vajé a Bohecheio buscando algunas herramientas para volver a la sabana del Bao a vivir, y mira lo que encuentro, a ti una hermosa mujer.

- ¿pero por qué huiste?. - Preguntó ella.

- Porque no me gustaba la forma de Liborio. Los otros están hipnotizados. Yo no quiero estar así.

Cuando los dos entraron al rancho, se amaron toda la noche sin aún saber sus nombres. Al amanecer, un día nublado se había colado entre las lomas y esto le dió una inspiración enorme al muchacho, que no podía creer que aquel cuerpo desnudo se acurrucaba entre sus cobijas. Fue a su mesa y decidió escribir toda la travesía que últimamente había pasado.

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La Sierra o Coordillera Central
Fecha: No lo sé

Veía como caía lo lluvia, pues no había parado de llover horas atrás, y ese humo del chocolate caliente que descansaba en mi mesa de lectura me invitaba a tomarlo, pero yo estaba hipnotizado por el agua que chocaba en la ventana. Era un tranquilidad en mi rancho, con sonidos chocantes, pero sublímines. No quiería ni siquiera a moverme a levantar la taza Haitiana que me regaló ella.

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