jueves, 3 de diciembre de 2009

DIA GRIS / CUENTOS

El Mundo según mi cerebro


Cuentos


En Cualquier Noche
Psicodelico color marron claro
La gran escritora
Puro huevo explotado.
Día Gris

El Mundo Según Mi Cerebro

Era una vez en un lugar lejano, distante o quizás frofundo, en que derrames cerebrales rebosaban las penumbras más oscuras de los canales del fluido imaginativo, aparecía un ser pensante y caminante.

Valles clavados en colorificas montañas era todo el paisaje que este ser podía observar. Este ser que sus extremidades incomodamente se acostumbraban a este fascinante paisaje, caminando sin rumbo alguno, buscando un pretexto para poder existir.

Al subir una montaña descubrió otra más alta que en la cual estaba. El paisaje a lo lejos cambiaba de forma, con pinos diferentes y valles más profundos llamandole la atención al ser andante.

En cuanto se dispuso a descender dicho cerro un viento sumamente palpable lo elevó por el aire asustando su espiritu. Voló por el espacio cruzando todo el valle sobrevolando la alta montaña que siglos atrás observó y siglos habían pasado desde que este ser naciera del sueño.

Estando a tan altura su asombro creció formidablemente, notando que su mundo era redondo y sumamente montañoso, con grandes irregularidades. Que extraordinario le era todo, un universo de colores y matices inexplicables.

El viento cambió y lo transportó en dirección inclinada, directamente hacia el suelo. Cada vez aumentando la velocidad y turbandolo más un agujero se hizo visible en lo más profundo del barranco acercandose cada vez más a el y entrando en aquel hueco desapareció. Solo la gravedad lo empujaba, jalandolo hacia el fondo sin fin. De momento un gran valle de color totalmente blanco aparecía ante sus ojos. A lo lejos riachuelos de tintas oscuras se licuaban por doquier, formando garabatos.

Y ahí fue cuando comprendió de que él mismo era la creación imaginativa, un instrumento de otro ser, osea la musa misma.

En Cualquier Noche

La oscuridad como siempre arropaba mi habitación, no podía ver absolutamente nada. Mis ojos no podían funcionar en la oscuridad, era el miedo que se cuela entre mis sábanas, enfriando mi cuerpo, pensando en la muerte si es verdad que hacecha tras la noche o los fallecidos tendrían la voluntad de asustame, para llevarme con ellos.

No quería pensar en nada, solo me cubría con mi suave sábana que por los menos calentaba mi flaquito cuerpo. ¿por qué ese miedo a la nada?, ¿por qué me despertaba en el medio de la noche y no poder dormir sin siquiera cerrar un ojo?.

Así son todas las noches de mi pequeño mundo, ese que aveces quiero entender o será por mi corta edad, pues apenas tengo once años. Mi padre habla con mamá cuando cenan de historias de fantasmas con cosas raras que pasan por las noches, y hoy es una de ellas. Ahora es cuando lo siento de verdad. Un ruido sobresale en los escalones y se oye por debajo de mi puerta, aturdiendo mis oidos. ¿qué puedo hacer? No lo se, talvéz me estoy muriendo. Siento que se me acaba el oxigeno cuando trato de respirar. ¿y qué es lo que oigo ahora? Es en el techo, como si alguien tratara de romperlo y quisiera entrar por ahí. ¿y por qué no me duermo? Que le pasa a mi mente, quisiera poder orar, pero no me salen las palabras.

Tan solo pasa el tiempo y sigo y sigo sin dormirme, quién sabe que hora será a lo mejor está empezando la noche, talvez ya me este durmiendo, pero no lo creo, pues me siento tan despierto, que mis pies están congelados. ¿acaso estoy muerto? Dejame moverme a ver si estoy aquí en realidad, pero si estoy, porque veo mis piernas. Tadovía no me duermo… ¿qué pasará? ¿acaso mis padres sentirán lo mismo que yo?… ahora sí… siento que mis ojos se estan cerrando y siento un alivio mayor… ya me estoy durmiendo… …pero, ¿qué es eso?, alguien viene a mi cuarto. Son unos pasos, y abren mi puerta, ¡ es mi padre ¡

- levantate, ya son las siete, tienes clases. -

Psicodélico Color Marrón Claro

Ahora era yo el paciente en esta pobre clínica de mi ciudad. Mi antiguo alumno de clases interrogaba mis confusos problemas que yo trataba remediar. No quitaba sus tristes ojos de los mios de una mirada más profunda con sus finos lentes en la mano izquierda tratando de buscar un movimiento o gesto de mi rostro.

Yo, tratando de buscar algún punto fijo en la pared o en el vasto escritorio lleno de papeles para no verle la cara, entonces como siempre me dejé guiar por el subconsciente, este haciendome girar la mirada sobre mi tenebrosa y sismica mano la cual abrasaba una taza de café, dejando caer el psicodélico color marrón claro del café, colado seguramente en maquina expreso entre los finos hilos arrugados de mi vieja camisa blanca del antiguo consultorio.

Demonios… siempre me pasa - dije al aire con rostro uraño.

Me asombró su inmobilidad ante mi accidentado hecho delante de el, que ni siquiera se fijó en que me habia pasado. Yo no entendía que pasaba, percibiendo algo extraño en el mientras me preguntaba en mi mente ¿qué tipo de terapia era ésa?. Nunca ví eso en toda mi carrera como psicólogo.

Que locura era todo esto sin atreverme a decir algo, pero entonces le miré sus pómulos, naríz y boca. Pude apreciar en su rostro una perfecta fotografía inmóvil frente a mí. Entonces comenzé a hablar de viejos tiempos.

¿recuerdas cuando hablabas con?... No recuerdo el nombre ahora, ... Pero siempre pensé en... En que cambiarias de carrera o que... Que... Rayos estoy tartamudeando otra vez. - me quejaba. -

Solía tartamudear cuando algo me ponía nervioso, tambien con mujeres prostitutas que buscaba por las noches. Recuerdo a camila decirme el gago, pero ahora era diferente pues me sentía nervioso sin saber por que, y este tipo seguía inmóvil. Era imposible soportar minutos en esa postura la cual el estaba, está bien que vine por problemas que yo mismo no puedo decifrar, que si en las noches salgo a la calle a buscar borrachos e invitarlos a beber un trago sin conocerlos y después abandonarlos en la carretera de jarabacoa, y tantos problemas como llenar botellas de cervezas vacías, llenarlas de orina cerrandole la tapa casi perfectamente que parecían de fábrica.

Así las cambiaba en los colmados de los barrios por cervezas frías, explicandoles que las mías estaban calientes. No había problema alguno con los dueños de los negocios. Pobre gentes que al comprarlas vomitaban sin parar al beber el primer trago, más yo los observaba desde el baño llegando yo al éxtasis de la risa.

Ya, cansado de ver a este tipo con una forma tan extraña y estupida mirandome sin mover ni siquiera un dedo, como queriendo enteder cada gesto y palabra que naciece de mi. No entendía nada realmente, hasta que me animé a hacer algo que me indicaba mi subconsciente y fue tocarle la mano, pero me arrepentí retirando mi mano medio segundo antes de sentirle, pues me dio ese frio que se siente cuando te tocan, pues no me gusta que me toquen. Ese frío que todos poseen menos yo, tambien odio que se tropiesen conmigo o me llamen topandome por la espalda.

- Me gusta tu estilo… seguro que es tuyo propio… ¿acaso escribiste un libro sobre mirar y mirar al paciente y describir cada gesto que este haga?. - le pregunté y seguí hablando.

- ¡ No… creo que no ! Siempre fuiste muy distraido en las clases y en tus últimos meses de estudios, dudo que hayas hecho esa tésis sobre el valle mental de los espejos, graduandote con honores. - Terminé envidiandole.

El tiempo pasaba lentamente y mi subconsciente sobrevoló el momento. Viendo en mí mente aquellos borrachos tirados en la carretera casi siendo aplastados por camiones que detonaban sus bocinas al pasar tan cerca del individuo, veía tambien aquellos vómitos con mi propia orina salir de sus bocas al beber el primer trago de esas botellas.

Finalmente pensamientos obsenos de películas pornográficas que ví antes de venir a esta estupida consulta, con esta momia sin vendas frente a mi sobrepasaron mi cerebro. Entonces salí disparado de la silla y fuí corriendo por el largo y estrecho pasillo de aquella clínica con más animo de llegar a casa, para pensar y sentir el mundo donde vivo y que aveces me atormenta. Afuera me esperaba el fastidioso carro lleno de problemas, pero esta vez respondiendo a todas mis necesidades.

Volaba por la autopista, perros y gatos murieron en el intento de salvarse buscando escapar de mi gran velocidad, y allá mi casa seca y gris impulsando mi locura, alimentando y reconfortando mi neurotica mente, en verdad mi casa era un verdadero nido de hibernación para mí, pués allá estaba mi vida.

Nacía mi locura desafinada. Que pretexto de estar aquí en mi mundo, en el psicólogo no cuerdo me convería lentamente, mi cama sin arreglar de ocho semanas y ja ja ja. Que bien me siento con este olor a cigarrillos y cerveza como si fuese una discoteca mi casa, y afuera los ladridos de los perros espantando a todo aquel que se asome por la zona.

- Let me take you down, cause im going to… strawberry fields.. - acompañaba a lennon cantando –

Aleluya, cuanto quisiera que llegue la noche, para mis maleficios y romper con lo tradicional, degustar de la esquizofrenia neurotica de mi ser. Anduve y anduve esperando la noche, aquella oscura mancha negra que recorre el espacio, ese que tanto me asusta. Sigo esperando y no llega… y no llega… me estoy calmando ¿qué pasó?. Estoy cuerdo ahora, se me ha paralizado la adrenalina y se han tranquilizado mis movimientos.

De repente me doy cuenta de que la realidad llega y domina mi subconsciente Llegando así lo que llamamos momento de autocontrol (cordura).

La Gran Escritora

Ella encontró un lugar en su mundo, ese imaginario universo de ideas desconocidas que aveces no podía entender, con sus pensamientos profundos e ideando teorias sobre la vida misma. Pensó que sería su gran oportunidad de poder demostrar su creatividad.

Ojos cerenos de cejas perfectas y de una mirada que construye optimismo aparecieron frente al invisible espejo de su habitación con una sola idea, la de ganar el primer luagar, pues la cual nunca se interesó en concursar y ahora lo quiso por razones para dar el gran salto a la fama esa maravillosa cosa que aveces temía.

- Tengo un problema - le dijo y sus dientes fueron débiles al temblar de su mandibula.

Aquel joven de tristes ideas respira con poco aliento alimentando lentamente su agonía.

- Por favor… tu sabes que me hiere verte triste.

Animándose a poder calmarse, el silencio era común al principio de sus complejas conversaciones. Pobre de él, que sufría por cualquier cosa o circunstancia fuese alegre o felíz. Tan solo (quiero hablar con tigo) de su novia, era suficiente para alterar su presión y perder el balance emocional.

- Yo tengo que vivir en estados unidos por un tiempo… y nos separaremos por tiempo indefinido. - dijo ella, sepultándolo.

Lo entendía; más el lo sabía, pero nunca lo almacenó en su archivo mental de aceptaciones de la realidad que siempre estaba desorganizado. Lo tenía escondido por uno de esos rincones. Entonces al oírla y pensar en sus necesidades quiso haceptar la realidad.

Confuso y aturdído se reanimó pensando que lo mejor para ellos fué el tiempo que pasaba de improviso resolviendo sus problemas pasando el día lleno de miradas con las luces a poca intensidad.

Amanecío frio y gris con pocas gotas de agua que parecían copos de escarchas. Era una mañana faltosa del calor matutino en el pueblo. Ella tenía sus hojas de maquinillas en blanco llenas de esperanzas. Hambrientas de tintas esperando en el antiguo escritorio de su pequeño estudio. Su cama con sus sábanas encima como si tratando de esconder su delicado cuerpo, en tanto ella no podía pensar en nada, ni en algo que valiera la pena de que sea bueno, pues tampoco lograba mover ninguna parte de su cuerpo quedando inmóvil durante horas en la mañana y así pasó el lapso momentaneo pensando en que escribiría con su mente agotada sin alcanzar el vuelo imaginario de poder crear. ¿acaso sería el viaje que la enfocaba en sus preocupaciones?. Esa era una larga cuestión de preguntas que se creaba en sin lograr acuerdo alguno dentro de si.

- ¡ Hola !… - Le dijo con tono engreido al escuchar su voz por el auricular del telefono.

- Princesa ¿cómo te sientes?… ¿has escrito algo? - Fue directo y preciso a su pregunta.

- No… no he podido pensar en algo que valga la pena, osea que te veré mas tarde.

Al caer la tarde, el aferrado mal tiempo continuó su afanosa lluvia llorando lágrimas desde las nubes a todo el pueblo e incomodándoles el camino al salir del modesto restaurante, tan solo un pequeño paraguas cubría la mitad de aquellos cuerpos abrasados que desde lo lejos parecian sólo uno. Entrando así en el taxi que afuera los esperaba.

- ¿Qué has pensado escribir? - Fue su primera pregunta.

- Es increible… últimamente mi cabeza da vueltas sin poder concentrarme en por lo menos algún cuento - Se le notaba una incomodidad en sus gestos y prosiguió - Aveces quiero salir corriendo de todo esto.

El quedó callado, llegandole a su mente el viaje de ella, el que le daría un fuerte golpe. No quiso hablar sobre ello y no habalaron más hasta llegar a la casa de ella donde su madre esperaba con ansias a los novios. Nada significativo sucedió al llegar, pero él se sentía confuso invadiéndole en su mente una pregunta eterna. ¿qué haría solo sin ella, y que pasaría allá?. Sin embargo, ella no quiso escribir esa noche y se durmió tranquila entre sus sábanas.

Por fin amanece soleado llenándole de ánimos en el escritorio, para manchar el papel con la dulce tinta negra de su estilográfica que el le regaló, y mirando el blanco papel trató de crear un ambiente, fallando otra vez sin poder lograr nada. Era el inmóvil deseo de escribir, atrapada por el tiempo su enfurecimiento fue notable, saltando de la habitación corriendo hacia la calle sin rumbo alguno.

Al caminar veía las personas pasar por su lado sin pensar en que pasaba sobre su mente. Al fin y al cabo entró en el cementerio de la ciudad. Sola y sin deseo de compañía se sentó en uno de los pocos bancos que habían.

- ¡ Que triste y relajante lugar es éste, lástima que esté lleno de muertos ¡

Un eco de risas y sollozos salían de algún lugar, pero ella pensaba y examinaba cada detalle de su mente. Cruces de cemento, hojas cayendo en la suave grama aclararon su visión, y ahí fue cuando decidió correr con sus papeles en la mano, tomando el control de la situación y llegando a su casa con gran rostro de felicidad se encontró con él, dándole un beso.

- He decidido cancelar el viaje - Fue una improvisión precisa de ella.

Más él, sorprendido enmudeció su boca sin saber que preguntar atendiendo a su explicación.

- También terminé el cuento - dijo.

- ¿Y cómo se llama? - preguntó él.

- ¡ La gran escritora ¡ - Terminó diciendo.

Y enseñandole el supuesto cuento, él se asombró al mirar aquellas blancas hojas hambrientas de tinta sin letra alguna.

Puro Huevo Explotado

Me dirigía hacia la calle. Hacía un calor tremendo. Afuera un grupo de muchachos jugaban a san andrés. Había uno de ellos que en la mano izquierda le rebosaban cáscaras de naranjas, en la otra un par de huevos y sin darme cuenta uno de os huevos salió como proyectíl hacia mi. En ese momento me di cuenta de cómo una explosión corría a chorros por mi cráneo; un olor familiar ya circulaba por mi olfato.

- Maldito seas - Le grité.

Era puro huevo explotado en mi cabeza; no obstante mi enojo se calmó al entrar a mi morada. Este es uno de esos días sin hacer nada, todo era aburrido. Cuando me ví en el espejo pude notar mi cabeza embarrada de esa sustancia amarilla, como si mi cerebro hubiese reventado.

- Dios… Que horrible -

Avancé hasta el baño, para ducharme en ese frío día de noviembre, en que el agua brotaba como hielo por el triste y pequeño orificio de la ducha, entumeciendo mi delgado cuerpo. Y justo cuando quedé enjabonado el agua se suspendío de un solo golpe.

- Qué es esto - Me preguntaba.

Todo salía extraño. En toalla salí al patio, para introducirme en el tanque de agua de mi patio. A lo alto pude notar unos pajaritos volar por el cielo y las nubes más atrás eran de un color grisáceo, totalmente aterradoras. Significaba que pronto iria a llover. Tan prónto me había refrescado con el agua quieta de mi tanque, comenzó la detonación sonora de lluvia sobre el zinc, imitando un bombardeo alemán. La lluvia rápidamente se
convirtió en aguacero concluyéndoles el juego a los bulliciosos muchachos que se divertían por la calle.


- ¡ Se les acabó la fiesta ¡ - Dije, mientras encendía el televisor.

Cuando me vestí para acostarme. Ví el reloj marcar las seis y media de la tarde; mi mano dominando el controlremoto buscaba desesperadamente cualquier canal que me llamase la atención, pero era en vano. Canales nacían y morían al pasar por mi fría observación. No había nada que me llamase la atención, hasta que la detonación resonó estrepitosamente sobre todo mi cuerpo, comensando una oscuridad en todo el vecindario. Entonces me dí cuenta de que solo se trataba de un normal apagón.

- Ahora sí es mejor. – Dije, mirando al cielo.

Por la ventana unos murmullos me llamaron la atención. Era como una cacería de perros . fui acercándome, notando a los muchachos que jugaban a San Andrés correr bajo la lluvia y en la oscuridad, como coyotes furiosos.

Que demencia la de aquellos seres crónicos que no les importaba retozar fastidiosamente sucediendo un cataclismo afuera, y salir en ese estado del tiempo era una demencia holista.

La tarde pasó profundamente oscura llorando lágrimas de lluvias que caían desde lo alto. Así fue como pude pensar en ese momento de mi vida, aunque sea de esta manera, triste y apagado. Por eso he escrito éstas letras que han relatado este día que ha pasado. Un día sin tanta importancia para mi.

Día Gris

La Sierra o Coordillera Central
Fecha: No lo sé

Veía como caía lo lluvia, pues no había parado de llover horas atrás, y ese humo del chocolate caliente que descansaba en mi mesa de lectura me invitaba a tomarlo, pero yo estaba hipnotizado por el agua que chocaba en la ventana. Era un tranquilidad en mi rancho, con sonidos chocantes, pero sublímines. No quiería ni siquiera a moverme a levantar la taza Haitiana que me regaló ella, pués quizá sería eso que me tenía pensativo, Ella era es una de esas mujeres que pertenecían al macuteo de Liborio, de una belleza extraordinaria.

Sólo en este bosque de pinos, en un ranchito de madera construido por los americanos, talvéz me olvide de todo viendo ésta humilde llúvia caer. Pero al fin me anímo a probar este chocolate ya tibio, por el tiempo expuesto al ambiente frío que traspasa la frágil madera. Sabía orientarme por el sol, y por algunas lomas que se ven a lo lejos. Lo único es que hoy está lluvioso y muy nublado. Un típico día gris. Estando oscuro encendí la vieja lámpara, para escribir la historia de cómo la conocí.
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- ¿Hola que hay? - Decía el muchacho.
- ¡ Hola!… - Una voz femenina y sensual.

Fué impacto entre ambos. Esas miradas de los dos, los unos a los otros era una chispa que se iba encendiendo lentamente desde hace pocos días atrás. Se conocieron por casualidad en el burdel de Bohechío.

- ¡ Qué bonita tu eres ¡ -

Dijo el muchacho quitándose el sombrero, buscando una conversación. Ella, tardando en contestar, pués su mirada se perdía en él.

- Yo estoy bien… por ahora - Dijo la joven, con brillo en sus ojos.

- ¿Y por qué por ahora? - Preguntó el muchacho.

- No te puedo decir…

- ¿Por qué?

- Me matan si te digo.

El Joven se mostró de forma triste ante ella. Inmediatamente el supo de que se trataba todo, por que el conocía las razones de la joven al decir esas palabras.

- ¡ Llevame con tigo ahora ¡ - Le dijo la joven desesperadamente a él.

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Y ahí fue cuando me dí cuenta de que la oscuridad invadió mi cabaña, así que busqué mis otras lamparas para iluminar mi habitación. No sabía si seguir escribiendo esa tarde, para ahorrar la trementina o esperar el día siguiente, pero un trueno resaltó mis temores decidiendo mudarme a mi habitación y acostarme sin bañar, porque el frío y la lluvia lo impidieron.

Esa noche soñe que estaba en un camino oscuro sin saber donde estaba. Habían unos árboles gigantes, parecidos a los bahobads que solo los hay en Africa y algunas partes de Europa. Sin entender que pasaba, pero seguía caminando y alguien me decía que regresara a casa.

Los primeros rayos de sol molestaban mis ojos, comprendiendo que tan solo fue un sueño lo que poco recuerdo. Salí afuera y un sol radiante rodeado de un cielo azul, sin nubes significando así poca lluvia para hoy. Salí corriendo desnudo al río Bao y el temblor me llegó en tan solo segundos de entrar. Tan sólo salir del río la brisa y el sol secaron mi cuerpo, pues era una sensación de libertad a mi persona. Huevos, panes o algunas frutas secas era todo lo que me quedaba en la pequeña caja de guardar reservas. Sin desidir comer nada seguí escribiendo la historia.

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- Po vámonos entonces. - Dijo el joven asumiendo toda la responsabilidad, conociendo de que se trataba el trabajo de ella.

Sabiendo el peligro que representaba para ambos, tomarla y sacarla del lugar sin permiso de la casa; era una condena de muerte para los dos. Se fueron en unos mulos robados , tomaron el camino de Arroyo Caña desviándose a Yaque, pueblito a orillas del Río Yaque, a unos cuarenta kilometros de San Juan de la Maguana.

- Si me agarran me matan. - Dijo ella.

- Y si me ven por aquí, tambien me matan. - Le dijo él.

- ¿Por qué? - Preguntó asustada.

- Mira, yo trabajaba pa Liborio, yo era uno de sus hombres de guardia, te había visto en el santuario de Bohechio, y en la porquería de ese burdel. Me imagino que tu eres de sus mujeres. - El le explicó.

En los mulos recorrieron durante toda la tarde el camino a San Juan de la Maguana, y subieron hasta la Ciénaga entrando a la sierra profunda, por trillos hechos por los monteros décadas atrás.

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Dejé de escribir en ese momento y desidí buscar algunos árboles de naranjas que suelen aparecer por las cercanías del Río Bao. Al bajar por el desfiladero, recordé el sueño que tan extraño me habia resultado. Pude encontrar una mata de guayaba que todavía estaban verdes, sin encontrar tampoco una de naranjas me tiré a orillas del hermoso río.

Una delicada lluvia comenzó a caer sobre las montañas y tube que salir corriendo a la cabaña, pero fue solo un aviso de lluvia, pues al llegar al rancho ya había pasado la pequeña lluvia. Miré al cielo con algunas nubes moradas oscuras. Toda esa tarde estube tratando de poner trampas para puercos cimarrones, pero encontré un momento y me dediqué a descanzar. Y como todos los días del mundo, llegó la noche con el sueño cargado en mí. Antes de oscurecer por completo yo estaba acostado y sin hacer diligencias de encender lámparas.

Esa noche otro sueño me nacía. Era el mismo camino, pero sin árboles. Quise dominar el momento, caminaba sin razón y encontré una carta en el camino que decía que regresa a casa.

Desperté asustado totalmente en la oscuridad, encendí un fósforo que tenía mi bolsillo. Pude notar un tremendo aguacero que golpeaba el techo de madera y después de encender la lámpara tomé papel y tinta, para seguir escribiendo la historia.

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- Si, yo soy de sus mujeres. - Ella le confesó con sensación de arrepentimiento.

- No te preocupes, yo te quiero cuidar. - Le dijo.

- Mira lo que me regaló un viejito Haitiano. – Dijo ella, con una tierna sonrrisa.

- ¡ Qué linda ¡. - Dijo el muchacho asombrado.

- Es una taza haitiana, me gusta mucho, pero te la regalo. - Ella le decía.

- Gracias, pero la tendremos para los dos. - Finalizó él.

Pasada la media noche, habían llegado a una grán sabana iluminada por la luz lunar llamada por unos: EL Gran Valle del Bao. Aquí nacía el Río Bao, rodeado por la sabana, montañas y pinos por millares. A lo lejos un ranchito hecho de maderas aparecía entre la poca luz que se podía colar tras los ramos de los pinos.

- Es un hermoso lugar, ¿cómo sabías de este lugar?. - Ella preguntó.

- Liborio, sus hombres y yo que era uno de ellos, descubrimos a unos Americanos cazar puercos cimarrones, les seguimos los pasos y llegamos hasta aquí. - Dijo el.

- ¿Y que pasó?. - Le preguntaba ella.

- Los matamos a todos…

Ella se quedó callada oyendo sus palabras.

- Tu sabes que nos estaban buscando para matarnos. Saqueamos todo lo que había y nos fuimos a la Compartición que es detrás del Monte Tina. Yo huí solo por todas estas lomas hasta llegar a la sabana, acomodé el rancho y vajé a Bohecheio buscando algunas herramientas para volver a la sabana del Bao a vivir, y mira lo que encuentro, a ti una hermosa mujer.

- ¿pero por qué huiste?. - Preguntó ella.

- Porque no me gustaba la forma de Liborio. Los otros están hipnotizados. Yo no quiero estar así.

Cuando los dos entraron al rancho, se amaron toda la noche sin aún saber sus nombres. Al amanecer, un día nublado se había colado entre las lomas y esto le dió una inspiración enorme al muchacho, que no podía creer que aquel cuerpo desnudo se acurrucaba entre sus cobijas. Fue a su mesa y decidió escribir toda la travesía que últimamente había pasado.

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La Sierra o Coordillera Central
Fecha: No lo sé

Veía como caía lo lluvia, pues no había parado de llover horas atrás, y ese humo del chocolate caliente que descansaba en mi mesa de lectura me invitaba a tomarlo, pero yo estaba hipnotizado por el agua que chocaba en la ventana. Era un tranquilidad en mi rancho, con sonidos chocantes, pero sublímines. No quiería ni siquiera a moverme a levantar la taza Haitiana que me regaló ella.