jueves, 3 de diciembre de 2009

Puro Huevo Explotado

Me dirigía hacia la calle. Hacía un calor tremendo. Afuera un grupo de muchachos jugaban a san andrés. Había uno de ellos que en la mano izquierda le rebosaban cáscaras de naranjas, en la otra un par de huevos y sin darme cuenta uno de os huevos salió como proyectíl hacia mi. En ese momento me di cuenta de cómo una explosión corría a chorros por mi cráneo; un olor familiar ya circulaba por mi olfato.

- Maldito seas - Le grité.

Era puro huevo explotado en mi cabeza; no obstante mi enojo se calmó al entrar a mi morada. Este es uno de esos días sin hacer nada, todo era aburrido. Cuando me ví en el espejo pude notar mi cabeza embarrada de esa sustancia amarilla, como si mi cerebro hubiese reventado.

- Dios… Que horrible -

Avancé hasta el baño, para ducharme en ese frío día de noviembre, en que el agua brotaba como hielo por el triste y pequeño orificio de la ducha, entumeciendo mi delgado cuerpo. Y justo cuando quedé enjabonado el agua se suspendío de un solo golpe.

- Qué es esto - Me preguntaba.

Todo salía extraño. En toalla salí al patio, para introducirme en el tanque de agua de mi patio. A lo alto pude notar unos pajaritos volar por el cielo y las nubes más atrás eran de un color grisáceo, totalmente aterradoras. Significaba que pronto iria a llover. Tan prónto me había refrescado con el agua quieta de mi tanque, comenzó la detonación sonora de lluvia sobre el zinc, imitando un bombardeo alemán. La lluvia rápidamente se
convirtió en aguacero concluyéndoles el juego a los bulliciosos muchachos que se divertían por la calle.


- ¡ Se les acabó la fiesta ¡ - Dije, mientras encendía el televisor.

Cuando me vestí para acostarme. Ví el reloj marcar las seis y media de la tarde; mi mano dominando el controlremoto buscaba desesperadamente cualquier canal que me llamase la atención, pero era en vano. Canales nacían y morían al pasar por mi fría observación. No había nada que me llamase la atención, hasta que la detonación resonó estrepitosamente sobre todo mi cuerpo, comensando una oscuridad en todo el vecindario. Entonces me dí cuenta de que solo se trataba de un normal apagón.

- Ahora sí es mejor. – Dije, mirando al cielo.

Por la ventana unos murmullos me llamaron la atención. Era como una cacería de perros . fui acercándome, notando a los muchachos que jugaban a San Andrés correr bajo la lluvia y en la oscuridad, como coyotes furiosos.

Que demencia la de aquellos seres crónicos que no les importaba retozar fastidiosamente sucediendo un cataclismo afuera, y salir en ese estado del tiempo era una demencia holista.

La tarde pasó profundamente oscura llorando lágrimas de lluvias que caían desde lo alto. Así fue como pude pensar en ese momento de mi vida, aunque sea de esta manera, triste y apagado. Por eso he escrito éstas letras que han relatado este día que ha pasado. Un día sin tanta importancia para mi.

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